Sin guión

Sin guión 8 marzo, 2013

9. Sin guión. Leyendo precisamente el guión para la representaciónNada más llegar me dijeron que querían interpretar una obra de teatro y como tenía que ser en inglés, me tocó asumir la dirección de la misma, además de adaptar el guión, crear decorados, diseñar vestuario y localizar el atrezzo. Les dejé escoger lo que querían representar y cada día, a la caída del sol, era el momento del ensayo. Egoístamente adoraba ese rato con la puesta como telón de fondo y a veces, la hierba todavía húmeda de la lluvia recién caída. Después de pasar el día en el aula, aquello era un regalo. Me costó, no obstante, algún disgusto. Era estricta porque quería la perfección y en más de dos ocasiones abandoné airada esos ensayos. No encajaba que eran niños y que les suponía un mundo aprenderse aquellas frases en inglés. ¡En inglés! Un idioma que no era el suyo nativo. Además, aquello era pura diversión y no Broadway…

 

9. Sin guión. Ensayando para la representaciónEntonces me acordé de las muchas veces que había acompañado a mi hermano a campos de fútbol donde los padres increpaban a sus propios hijos –en ocasiones no mayores de ocho años- por haber errado un tiro (de balón, obviamente) o al árbitro por considerar que no hacía correctamente su trabajo. Aquellas escenas siempre me abochornaron y yo ahora estaba haciendo lo mismo. No iba bien. Aunque solo fue en un par de ocasiones –pues la gran mayoría transcurrieron entre muchas bromas-, mejor tomar aquello como una extensión de nuestra clase de inglés en la que dejar volar la imaginación. Mejor reírnos de nuestros propios errores. Mejor dejar de pretender lo que no era. Al final, acabamos con risas, a pesar de los nervios del día de antes; cada cual intervino en su propio vestuario; entre todos me ayudaron en la elección del atrezzo; tuvimos invitados llegados desde la capital y la representación fue un éxito.

 

9. Sin guión. El día de la representación, que fue un éxito.Lección que aprendí: la vida es lo suficientemente dura como para tomar con desmedida seriedad las cosas nimias. A los niños ya les obligamos a cumplir en el colegio, lo demás debe ser tiempo de esparcimiento, creatividad y juego. Nos empeñamos en forjar líderes, en recargar su agendas, en obligarles a que se ciñan a un guión elaborado por nosotros… ¿Para qué? Que se lo salten. Tiempo habrá de volver a él. Mejor ocuparnos en que sean personas, buenas personas.. Dejémosles elegir si quieren jugar al fútbol, hacer teatro o simplemente nada. Si luego vienen los triunfos, mejor que mejor.

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