Mi pequeño futbolista

Mi pequeño futbolista 7 marzo, 2013
Mi pequeño futbolista

¿Cómo va la semana guap@s? Un frío que pela aquí en España  ¿verdad?

Cuando empecé a colaborar en este Blog, tenía pánico a que llegara un día en el que no supiera qué decir, pero según va pasando el tiempo me doy cuenta de Mi pequeño futbolistaque eso es imposible, siempre tengo algo que contar. De hecho, todas las semanas tengo que debatirme entre diferentes historias que en ese momento me preocupan o se me ocurren.

Esta semana como no podía ser de otra manera tenía que hablar de algo que estuviera relacionado con mi hijo Joaquín, porque acaba de cumplir seis añitos y se merece un pequeño homenaje. ¿Y qué es lo que más le gusta a Joaquín? Pues como a la mayoría de los niños, le vuelve loco el fútbol. Es curioso el amor que tiene por el fútbol, porque  en casa no somos futboleros. Tanto mi padre como mi marido son aficionados al Baloncesto y están bastante decepcionados con esto de que Joaquín haya decidido jugar al fútbol, pero lo aceptan. Entienden que lo importante es que él se lo pase bien y haga ejercicio.

El caso es que hacía tiempo que quería hablaros de este tema porque hay muchas cosas que me sorprenden.  El fútbol para la mayoría de la gente es más que una afición, es pasión absoluta. La mayoría de los padres, aunque sueñan con que sus hijos sean un Iniesta, un Villa o un Casillas, son conscientes de que lo único importante es que los niños se muevan y lo pasen pipa. Pero siempre hay alguno que se lo toma demasiado en serio. Esperan ver unos progresos en sus hijos que probablemente no lleguen tan rápido como quisieran.

El sábado pasado nos fuimos a jugar un partido y cuando llegamos al campo, todavía estaba jugando el equipo anterior. Los niños tenían entre siete y ocho años. Y cuando acabó el partido la mamá de uno de ellos le iba riñendo a su hijo por lo mal  que había jugado. Le gritaba enfadada, le  decía que no entendía por qué tenía tanto miedo. Yo en seguida me monté mi película. Me imagino que el niño será bastante bueno jugando al fútbol en confianza, pero a la hora de salir al campo con un público más o menos importante, se paraliza. El caso es que me dieron  ganas de levantarme y decirle de todo a esa madre. ¡Pero quién se cree que es para minarle la moral así al niño! Vale, es su madre. Pero por favor, es inaceptable que se le exija algo a un niño que no tiene por qué demostrar nada  y menos cuando se trata de una simple afición ¿no estáis de acuerdo?  Yo  me acuerdo cuando nos hicieron una de las primeras reuniones, el entrenador nos aconsejó que no estuviéramos presentes en el entrenamiento y que de ninguna manera le habláramos de otros niños, ni por su puesto del  entrenador. Esto es muy habitual. Lo de echarle la culpa al entrenador  no sólo se hace cuando hablamos de grandes equipos, sino que a veces los padres consideran que son los propios entrenadores los que no saben sacarles todo el rendimiento posible a sus hijos. ¡Pero señores! Aunque esto realmente sea así ¡Qué más da! ¡Es tan importante que nuestros hijos jueguen como profesionales!

Desde luego esta era una de las mayores preocupaciones que teníamos mi marido y yo cuando decidimos hacer caso al instinto de Joaquín y lo apuntamos en el equipo del pueblo. Nos daba pánico la rivalidad, los malos gestos, las palabras inadecuadas,…Creo que hemos tenido suerte y en nuestro equipo esto no se da. Aunque nos gustaría que nuestros hijos lo hicieran perfecto, tenemos claro cuál es el objetivo de todo esto, JUGAR y ya está. Y aunque en ocasiones no estén de acuerdo con los métodos del entrenador, jamás le interrumpen ni le llevan la contraria. Y a mí esto me hace sentir orgullosa de mi equipo. Los logros ya llegarán con el tiempo, y si no, no pasa nada, al menos serán grandes amigos. Porque si hay algo que me encanta de que Joaquín se haya decantado por este deporte es que ha vuelto a reunirse con sus mejores amigos de la guardería, a los que parecía tener olvidados. Realmente me emocionó verlos de nuevo juntos en el cumple de Joaquín como lo que son, grandes compañeros de juego.

Así que nada, ya sabéis si vuestro hijo juega a algún deporte, nada de presiones, mucho respeto al entrenador, y sobre todo al acabar cada partido no olvidéis felicitar a vuestro hijo, porque a lo mejor no ha hecho un gran partido pero lo que sí es seguro es que lo ha hecho lo mejor que ha sabido, y eso es más que suficiente ¿Verdad?

Mil besos corazones

Angélica Álvarez (@MamadeFresa)

 

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