Los primeros años de vida de nuestro hijo constituyen una de las etapas fundamentales de su vida. A lo largo de su primer lustro cualquier experiencia nueva va a ser todo un descubrimiento para él: nuevos colores, sonidos, texturas… Hasta el más mínimo detalle es emocionante para él, porque le ayudará a tomar contacto con el mundo que le rodea y aprender a relacionarse con su entorno.
Por eso es tan importante que nuestros pequeños jueguen, y que lo hagan con juguetes de calidad, que estimulen sus sentidos y les enseñen algo nuevo cada día. Porque no hay mejor manera de aprender que divirtiéndose.
Jugando un niño no solamente interioriza aspectos como el tamaño de los objetos y su forma, a reconocer los colores o a interpretar las distancias. También empieza a relacionarse con los demás, a aprender valores como la solidaridad, la amistad y el respeto hacia todos y todo.
Todas estas enseñanzas, que va adquiriendo sin apenas esfuerzo mientras se lo pasa a lo grande, son una gran preparación para su futuro, ya que luego solo tendrá que aplicarlas a cada situación nueva en la que se encuentre y ampliando sus conocimientos sobre el mundo sobre una base sólida, desarrollada en sus primeros años de vida sin darse ni cuenta.
En definitiva, si quieres que tu peque salga al mundo con la mejor de las preparaciones, gestionando cada situación nueva con seguridad y confianza en sí mismo, no lo dudes y permítele jugar tanto como quiera, siempre en los horarios adecuados para ello y mediante juguetes que potencien su imaginación y desarrollen su relación con todo cuanto le rodea.
Sin ir más lejos, la primera gran prueba para tu hijo puede ser su primer día de colegio: conocer a sus nuevos compañeros, realizar actividades en un entorno nuevo para él o aprender bajo la tutela de otros mayores puede ser todo un reto, que superará con tranquilidad gracias al gran aprendizaje que habrá sido el juego en sus primeros años de vida.