Muchas son las noches en las que nuestros hijos, una vez acostados, abren sus ojos como platos y nada les puede hacer dormir. Entonces, los padres y madres recurren a los libros o cuentos clásicos: Caperucita, los Tres Cerditos, etc. Hay algunos que parece que nunca pasarán de moda, pero no podemos olvidarnos que existen otros adaptados y con un fuerte componente cultural y de tradición, como puede ser la leyenda Sant Jordi para niños, con la que aprenderán valores, y además se sentirán identificados e ilusionados cada 23 de abril.
Recrear espacios de la imaginación con trozos de Historia es muy bueno para los niños y niñas que, a través de nuestras palabras, pueden viajar a un pasado remoto, ayudándoles a superar los miedos y a desarrollar funciones cognitivas.
Las leyendas y las fábulas van más allá de cuentos infantiles más o menos actuales para ayudar a los niños a dormir, y que no faltan en la mesilla de noche de muchos padres y madres. Clásicos como “La Cigarra y la Hormiga” o “Pedro y el Lobo”, sin llegar a ser leyendas, aún los seguimos recordando muchos de los niños de las generaciones precedentes cuando vemos a las hormigas, trabajadoras incansables, desfilar con materiales para su supervivencia, o cuando nos han anunciado algo por tercera vez y nunca se ha materializado.
El trabajo, el pensar también en el mañana, el saber relativizar, ser realista y no exagerar… son algunas de las moralejas y valores que encierran estas fábulas que se transmiten de generación en generación y que nunca deberíamos dejar de contar, porque forman parte de nuestra historia.
Y a nuestra historia pertenecen también leyendas clásicas como la Espada del Rey Arturo, el Gallo de Barcelos o la de Sant Jordi. Inglaterra, Portugal y Cataluña hacen gala de estas leyendas que han traspasado fronteras y se han convertido en símbolo inmortal de estos lugares.
No habrá viaje a Portugal donde no veamos el Gallo, con sus míticos colores, ni espada que no nos recuerde a la famosa Excalibur -de la que, además, existen múltiples películas- ni 23 de abril que no nos acordemos de la historia de Sant Jordi, aquél que venció al dragón. Vamos a conocerla con más detalle.
Sant Jordi y el Día del Libro
Hace mucho tiempo, en Montblanc, un municipio de Tarragona situado a los pies de un pequeño monte, un malvado dragón sembraba el miedo en todos los rincones de la ciudad. Los habitantes ya no salían de sus casas por temor a encontrarse al dragón y que les pudiese escupir fuego o se los comiese, ya que arrasaba con todo lo que encontraba a su paso.
Decidieron que, para calmar su hambre, le darían de comer una persona al día por sorteo. De esta forma el dragón estaría distraído y el resto de los habitantes podrían vivir tranquilos. Un buen día, sin embargo, en el sorteo salió el nombre de la princesa. Ella, resignada, se dirigió al dragón dispuesta a ser devorada cuando, de pronto, apareció un caballero, de nombre Jordi, que valientemente alzó su espada, atravesó al dragón y salvó a la princesa. Y así liberó al pueblo para siempre. Del vientre del dragón brotó un rosal con unas rosas de un intenso rojo; Jordi cortó una y se la ofreció a la princesa.
Estos son los orígenes de la leyenda de Sant Jordi que se ha transmitido de generación en generación, y que está presente en nuestras tradiciones, tanto dentro como fuera de Cataluña, porque Sant Jordi, o San Jorge, ha traspasado fronteras. Su valor y amor por la princesa es conocido en el mundo entero.
Por eso, el día 23 de abril, Día Internacional del Libro declarado por la UNESCO y también día de este santo, existe la tradición de que, junto a un libro, se regale una rosa, como aquella que Jordi regaló a la princesa después de haberla salvado.
La historia de Sant Jordi es una de las leyendas que más se cuentan a los niños. Por la valentía del santo, pero también por el amor de la princesa a su pueblo. Esta tradicional leyenda que puede recordar en múltiples aspectos a la bíblica David y Goliat, recuerda y enseña que no importa cuan difícil pueda ser conseguir algo (en este caso, matar al dragón): basta con desearlo fuerte, creer en ello y poner todo de nuestra parte para conseguirlo. El deseo, la voluntad y el trabajo, como el de las hormigas.
Muchos niños y niñas asisten cada año a representaciones de la leyenda de Sant Jordi: teatros, musicales, guiñoles y bailes reviven con admiración los personajes de los que tantas veces les hablaron sus padres y que tantas veces imaginaron. Así, desde el principio, comienzan a formar parte de esta bonita tradición sobre la constancia, la valentía, el amor y la literatura.
Cuentos, fábulas, historias con moraleja, leyendas… son herramientas útiles para los padres y madres, pero necesarias para los niños y niñas, que podrán ser capaces, desde pequeños, de aprender a soñar despiertos.