Una de las frases que más escuchamos cuando nos vamos a convertir en padres es que se acabó dormir por las noches. Es verdad que en muchos casos es así, puesto que hay otros bebés que duermen de maravilla desde el primer día. Pero independientemente de las noches que nos den, lo que sí es seguro es que gran parte del día lo pasarán durmiendo. Lo cual es muy beneficioso. Incluso para su memoria.
El sueño graba el conocimiento
La Unidad de Psicología Infantil y Juvenil de la Universidad de Ruhr de Bochum, en Alemania, ha realizado un estudio sobre los beneficios de las siestas en los bebés. Para ello se llevó a cabo una experimento con niños menores de un año. Tenían que realizar una serie de acciones cuatro horas después de haberlas aprendido. Un grupo de estos pequeños durmió la siesta después de la sesión de aprendizaje, mientras el otro no lo hizo.
El grupo que sí había dormido logró mejores resultados a la hora de repetir lo aprendido. Incluso esta información seguía presente en ellos al día siguiente. Con lo que concluyeron que el sueño servía para asentar sus conocimientos y de esta forma mejorar su memoria.
La directora del estudio, Sabine Seehagen, afirmó lo siguiente:
El sueño mejora la consolidación de la memoria declarativa, encargada de evocar conscientemente datos y recuerdos, en los niños de entre seis y doce meses.
Para que sea efectivo los pequeños deben dormirse poco después de haber realizado el aprendizaje, para que este se consolide. Mientras duermen, los recuerdos se codifican y son enviados del hipocampo al neocórtex. Al echarse la siesta casi al momento, se impide que otra acción pueda interferir en que el recuerdo sea fijado.
Sin duda un estudio muy interesante. Se desprende de él que si queremos que nuestro hijo recuerde algo, es mejor enseñárselo antes de que se vaya a dormir. De ahí seguramente venga lo beneficioso que es leerle antes del sueño.