¿Quién no recuerda la primera sonrisa de su bebé? Desde sus primeros días de vida, la habíamos buscado haciéndole todo tipo de muecas y gracias, le poníamos vocecillas y esperábamos que nos respondiera. Y cuando llega ese instante, sentimos que somos la mejor madre del mundo. Y es ahí cuando el vínculo entre nosotras y nuestro hijo empezará a afianzarse dando lugar a que el apego, que forjará el carácter de nuestro bebé, se desarrolle correctamente. Pero algo tan tierno y sencillo puede ser objeto de estudio.
Si se ríen, será por algo
Estos días es noticia un informe del doctor Addyman, investigador de la carcajada del bebé de la Universidad de Londres. Durante más de 5 años ha encuestado a unos 1.400 padres de todo el mundo a través de internet, llegando a la conclusión de que los bebés no se ríen por casualidad sino que son capaces de entender lo que sucede. Comenta que al igual que los adultos, no se ríen si no entienden la gracia. Los psicólogos consideraban hasta ahora que las primeras risas de un bebé eran un acto reflejo. Sin embargo este doctor estaría de acuerdo con muchos padres en que vendrían motivadas por que al pequeño le divierte lo que siente o ve. De hecho dice que los padres saben discernir si su bebé ríe por casualidad o si está motivado por algo.
El proceso de la risa y la sonrisa
Addyman apunta que las sonrisas comienzan en el primer o segundo mes, que la risa viene poco después y que lo hacen por cosas que entienden. Empiezan por sensaciones físicas, así que lo primero que provocará estas reacciones serán las cosquillas y también ponerlos cabeza abajo. Y que según van siendo conscientes del mundo que los rodea su sentido del humor se desarrolla y se hace más sofisticado. Dice que es entre los 8 y los 12 meses cuando ya tienen el suficiente conocimiento para darse cuenta de que las cosas no son lo que parecen y ahí ya les hace gracia que sus padres pongan voces infantiles o se disfracen, les divierte que les muestren otra realidad.
Y a partir de ahí, que nunca dejen de sonreír…