Sucedió hace cuatro años, pero hoy el vídeo de esta historia se ha convertido en viral a través de las redes sociales y nos ha emocionado a todos. Kate Ogg es una joven australiana, que ha demostrado que el amor de una madre por su bebé puede realizar los milagros más asombrosos que podamos imaginar.
Llegan antes de tiempo
Kate esperaba mellizos, niño y niña. Estando de tan solo 27 semanas llegó el momento de que sus bebés nacieran. Dada su prematuridad ambos lo hicieron con complicaciones. Tras veinte minutos realizando diversas maniobras con los pequeños, consiguieron estabilizar a Emily, la niña, sin embargo no consiguieron hacer lo mismo con su hermano Jamie. En ese momento a los padres se les mezclaron diversas emociones, la felicidad absoluta por ver como su hija salía adelante, con la tristeza más atroz al ver que su hijo no lo conseguía.
Solo quería despedirse…
Mientras Emily era atendida por los médicos, Kate pidió poder despedirse de su hijo, que le permitieran cogerlo entre sus brazos. Y así lo hicieron. Kate tuvo a su bebé sobre su pecho durante dos horas, acunándolo con el latido de su corazón. Durante ese tiempo ella y su marido David prestaron toda su atención al bebé que creían perdido. Hubo caricias y lágrimas. También le cantaron y le dijeron su nombre, que tenía una hermana, lo que querían hacer con él cuando creciera… y Jamie suspiró.
No podemos creerlo
Los médicos les dijeron que no se hicieran ilusiones, que era un acto reflejo, que no había vida. Imposible para unos padres. Kate comenzó a darle su leche con un dedo. Y de pronto sucedió el milagro. El bebé abrió los ojos y cogió el dedo de su padre. Ante esto, los médicos solo pudieron decir que no podían creerlo. Meses después, con ambos niños perfectamente sanos, estos padres recorrieron diferentes programas de televisión para contar su experiencia, informando sobres técnicas de estimulación y reanimación para bebés prematuros, teniendo como base el contacto piel con piel entre madre e hijo, el método canguro.
Como reconoció el propio David, el instinto maternal de Kate le dio la vida a su bebé. Por segunda vez.