Para un hijo, el divorcio de sus padres siempre es un momento complicado en su vida. Los padres deben procurar que este proceso tenga las mínimas consecuencias para el niño. Una de ellas puede ser, según un estudio que se acaba de publicar, la obesidad.
Estudio Nacional de Crecimiento Infantil de Noruega
El estudio se realizó en 127 escuelas noruegas y en él participaron más de 3.000 pequeños de unos 8 años de edad con el fin de conocer la incidencia que tenía entre ellos el sobrepeso, la obesidad y la obesidad abdominal. Se tomó la medida de su cintura, su estatura y peso. También se analizó el nivel de educación de la madre, su etnia y la zona en la que vivían. Y su entorno familiar, si sus padres estaban casados o vivían en pareja, si estaban divorciados, si eran viudos, si se trataba de una familia monoparental…
Resultados
Se pudo comprobar como el 19% de los niños, prácticamente 1 de cada 5, tenía sobrepeso u obesidad y un 8,9%, casi 1 de cada 10, obesidad abdominal. Los resultados eran similares entre niños y niñas, pero no entre los que sus padres estaban divorciados, ya que estos eran un 54% más propensos a sufrir sobrepeso y obesidad y un 89% más a tener obesidad abdominal, que aquellos cuyos padres estaban casados. Y además se comprobó que el divorcio de los padres afectaba más a los niños que a las niñas en este campo.
Los motivos
En el estudio no se analizaba si el divorcio hacía que se cambiara la dieta de los niños o su ejercicio físico. Pero los expertos sugieren que con el fin del matrimonio quizás se disponga de menos tiempo para cocinar, recurriéndose más a la comida preparada, y que disminuyan los ingresos económicos, lo que lleve a una dieta con alimentos de peor calidad. Se apunta también a todos los cambios y emociones que conlleva el proceso de separación.
Sea como sea, si pasamos por un proceso así, sería bueno poner atención en la dieta de nuestros pequeños, para que se resienta lo menos posible.