Si hay un buen recuerdo de nuestra infancia que seguramente guardamos todos los que hoy tenemos hijos pequeños, es cuando nuestros padres nos leían un cuento. Nos encantaba que lo hicieran en cualquier momento del día, pero el mejor, era el de antes de dormir. Cuando ya estábamos en la cama, pensando en el día siguiente y ese cuento, a veces ya desgastado, porque si nos gustaba nos lo leían una y otra vez, se entremezclaba con nuestros sueños… Además de un momento placentero, ese hábito tenía grandes beneficios.
Leer desde el principio
La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha recomendado a los padres que lean cuentos a sus pequeños, desde el principio de su existencia hasta por lo menos los tres años de edad. Y es que leer a los niños desde que son solo recién nacidos va a estimular su capacidad de comunicación y la adquisición del lenguaje y algo igualmente importante, adquieren capacidades socioemocionales, que les serán útiles durante toda su vida . La AAP dice que cuando se hace esto no solo se consigue estimular de una manera óptima su cerebro, sino que además se va a reforzar la relación entre padres e hijos.
Es una necesidad
La APP se ha visto en la necesidad de hacer esta recomendación al percibir que 1 de cada 3 niños comienza preescolar sin la base suficiente para poder aprender a leer. Y aunque no se relaciona este problema con el nivel educativo y social de los padres, se pide que se facilite libros a lo que tienen un menor poder adquisitivo para que puedan emplearlos con sus pequeños. Y aunque haya padres con estudios superiores que leen poesía a sus niños desde que están en el vientre materno, la mayoría no tienen esa buena costumbre. Con este resultado: el 75% de los niños, y el 80% de los que viven por debajo del umbral de la pobreza, no tienen el nivel de lectura adecuado para su edad, cuando llegan a los 9 años.
Y contra estos datos, una fácil solución, leer a los hijos en voz alta. Así que, si no lo estamos haciendo ya, tomemos buena nota.