Me gustó leer desde niña y pronto empecé a entender que la vida sin libros no entraba dentro de mis planes. Me fascinan las librerías, las estanterías repletas de libros mostrando sus lomos. Pasaría horas enteras revisando títulos. Por eso, cuando me propusieron en Meki organizar la pequeña biblioteca de la que se disponía en el orfanato, acepté de inmediato.
Un par de años atrás había visitado la que se consideraba la biblioteca municipal del pueblo. Emplazada en un lugar idilico, la ausencia de libros me produjo una profunda tristeza. No había dinero. Sus «funcionarios» me mostraron su laberíntico jardín e imaginé que leer bajo aquellos árboles, rodeado de semejante vegetación, era algo parecido al paraíso.
Ahora, con esfuerzo y donaciones, en Let Children Have Home hemos ido creando un fondito propio que cuenta con libros en amárico, inglés y hasta español. La biblioteca, una estancia luminosa que se ha convertido en uno de los rincones favoritos de los niños del compound, es el refugio de lectura donde despliegan sus historias, se sumergen en las curiosas leyendas africanas, viajan a través de los atlas y, los que todavía no leen con fluidez, abren su ojos como platos ávidos de recorrer las aventuras de personajes de colores. Los más mayores hacen sus pinitos en nuestra lengua, toman libros prestados para leer en sus momentos de ocio, se acercan a ratos a hojear, consultar o incluso a echar una mano con el orden de sus estantes… A falta de otros muchos entretenimientos, ¿qué mejor que un libro? Una vez más me complace observar que, a pesar de las dificultades, el proyecto vela por la educación y la formación de los niños. Por modesta que sea esta oportunidad, es mucho en medio de una Etiopía de economía renqueante, política tambaleante y sociedad escasa de formación.
Con un libro entre manos vuelan las horas que a otros les parecen interminables. Sin apartar la vista de las hojas se devoran historias en las que anhelas conocer el final y suspiras al tiempo por no terminar nunca. Los libros te hacen volar, reír, llorar, pensar, imaginar; te enseñan. A mí no creo que me hayan hecho más sabia (seguro que no) pero me han regalado los mejores momentos de mi vida: ratos de lectura. Siempre estaré dispuesta a compartirlos y regalarlos, especialmente con «mi familia» etíope.