Hola, fresas. ¿Cómo estáis? Como os he explicado en mi blog, en mi artículo “Quemando etapas”, he estado un tiempo desconectada pero ahora vuelvo con energías renovadas y sobretodo como mucha seguridad. Atrás quedaron las dudas de qué o cómo hacer con mis peques. A estas alturas, con niños de 7 y 8 años, las madres ya sabemos qué hacer en todos los aspectos, hasta en los cumpleaños que pasan de ser la mayor de las celebraciones y encuentros sociales a ser casi una tortura. Me explico: cuando nacen nuestros hijos, nos hace tanta ilusión, que queremos compartirlo con todo el mundo mundial. De repente, sentimos una nostalgia tremenda y nos apetece volver a hacer todas aquellas cosas que, como adultos, hemos ido dejando en el olvido.
Un super cumpleaños, con su tarta, su canción desafinada, sus globos, sus regalos, etc… es uno de los planes que más nos apetecen. ¿Quién no ha derrochado y se ha gastado hasta lo que no tenía en el primer cumpleaños de su hijo? Y sobre todo si es el primogénito. Lo más gracioso de todo esto es que ellos ni se enteran. Luego llegan los 2 años, y los 3… y tú ya empiezas a cansarte, pero claro, tienes que mantener el listón. Todo el mundo espera algo igual o mejor que el año anterior. Pero cuando empiezan en el colegio… Ahí empieza un nuevo ciclo. Tu hijo/a comienza a ser consciente y quieres que sus amiguitos celebren con él ese “fantástico” día. Empiezas por invitarlos a casa porque así vendrán sus papás con los que estás desando relacionarte. Tus amigos sin hijos no te comprenden, y quieres conocer a gente que esté en sintonía contigo y tu situación. Así que, qué mejor ocasión que el cumple de tu hijo para hacer nuevas amistades ¡Y vuelta a empezar! Compras comida para 500 personas, te pasas una semana limpiando los cristales, los chapados de cocina, baños… No vayan a pensar tus nuevas amistades, que eres una cochina o una tacaña.
Te pasas un par de años así, hasta que acabas hasta el gorro y decides celebrarlo en un local infantil con sus parques de bolas. Esto es estupendo porque sólo tienes que arreglarte y acudir al sitio. Como es tan cómodo y los niños se van haciendo mayores, quieres que toda la clase vaya a su cumple, que nadie se sienta discriminado. Pero esto desencadena una tormenta de invitaciones a otros cumpleaños a los que te pasas yendo prácticamente cada semana. Y si tienes dos, o más hijos, esto se multiplica de forma proporcional. A estas alturas de la película, si no tienes un montón de amigos con hijos de la misma edad que los tuyos, es porque no has querido, así que harta de que tu vida social no sea la tuya sino la de tus hijos, vuelves a los orígenes. Decides que eso de los cumpleaños multitudinarios se acabó. Nos hacemos mayores y el jaleo de los parques de bolas, nos taladra la cabeza.
Por ti, solo celebrarías el cumple con la familia, y un par de amiguitos. Algo sencillo, una tarta, un sándwich y poco más. Pero como se cumple la ley de Murphy tu hijo/a está en todo lo alto y lo que quiere es FIESTAAAAAAAA ¡Y qué no haría una madre por sus hijos! pues aguantar. Celebrar lo que haga falta, limpiar, organizar, cocinar…. Y mucho más porque, aunque tú ya no tengas el entusiasmo de los primeros cumpleaños, ellos ahora son totalmente conscientes. No es necesario gastar, hay muchas ideas en Internet de cosas que podemos hacer nosotros mismos. En cuidadoinfantil.net puedes encontrar algunas y si les implicas a ellos, muchísimo mejor. Debes esforzarte porque éstos son los cumpleaños que van a retener en su memoria y que van a recordar en la edad adulta con cariño y nostalgia. Estas celebraciones harán que ellos se sientan los más afortunados y queridos del mundo, y eso hará que afronten el futuro con mayor seguridad en sí mismos. Al fin y al cabo es lo que queremos, que nuestros hijos crezcan felices y seguros ¿verdad?
Y vosotros ¿En qué etapa estáis?
Mil besos fresas.
Angélica Alvarez (@MamadeFresa)