¿Pasan nuestros niños suficiente tiempo en el suelo? Esta pregunta que a priori puede carecer de interés entre los papás y mamás es el resultado de la falta de importancia que se da a que los niños gateen.
A través del gateo los niños conocen el mundo con la manipulación y fomentan su autonomía ya que el movimiento es libre y consentido, se les debe ofrecer una zona donde el niño pueda moverse con libertad, poniendo lo que conocemos como un puzzle de gomaespuma, que amortigüe los primeros intentos fallidos, y siempre motivándoles con juguetes atractivos, para que inicien el movimiento.
Cuando nuestros pequeños comienzan a gatear, fortalecen músculos y huesos de piernas, brazos y cuello, mejoran su control cefálico y desarrollan su sistema propioceptivo (este sistema nos permite saber dónde están las diferentes partes de nuestro cuerpo).
Otro ámbito en el que el gateo favorece o es base de aprendizajes posteriores más complejos es en el relativo al proceso de lectoescritura. Cuando los bebés comienzan a perfeccionar el gateo y lo controlan, su cuerpo adquiere una posición concreta. Cuando se interesan por un objeto y acuden hacia el para manipularlo, van desarrollando la relación óculo-manual. Muchos expertos señalan que la distancia que los bebes mantienen entre mano y ojo durante el gateo es similar a la que se mantiene de adulto cuando nos disponemos a escribir.
Aunque como padres sintamos miedo a que nuestros pequeños puedan caerse o hacerse daño, debe prevalecer la importancia para su desarrollo que el movimiento libre y espontáneo les proporciona.