¿Cómo va la semana corazones? Yo a tope participando en el teatro del cole otra vez. En esta ocasión seré Cenicienta, y no os podéis imaginar la ilusión que me hace. Pero eso ya os lo contaré otro día. Hoy quiero hablaros de alguien que me inspira.
Quiero hablaros de Michelle Obama. ¿Alguno de vosotros no se ha enamorado de ella desde el primer momento en que la vio? Yo sí. No sé, le vi algo que 
me hacía sentir que era una gran persona, sencilla, familiar, muy enamorada de su marido,… y a éstas alturas creo que no me he equivocado. ¿Os acordáis cuando vino de vacaciones a España? Todo el mundo que llegó a conocerla coincidía en lo educada, sencilla y agradable que era. Tiene algo que fascina, que hace que le cojas cariño sólo con mirarla ¿Verdad? Ya sabéis que yo siempre busco la razón, ya sea para bien o para mal, en la infancia de las personas de por qué son como son hoy en día. Michelle Robinson nació el 17 de enero de 1964 en la zona sur de Chicago. Allí creció feliz junto a su hermano Craig. Su padre Fraser Robinson, un enfermo de esclerosis múltiple, luchaba contra su enfermedad, para no faltar ni un solo día al trabajo como operador de bombas en el Departamento Hidráulico de Chicago, y poder sacar a su familia adelante. Y su madre, Marian Shields Robinson, trabajaba como secretaria además de dedicarse al cuidado de sus maravillosos hijos. Sin duda sus padres han tenido que ser un ejemplo para ella y Michelle no desaprovechó el tiempo. A pesar de provenir de una familia humilde, logró graduarse en las prestigiosas Universidades de Princeton y Harvard.
Después de realizar varios trabajos, se dio cuenta de que su trabajo tenía que ir orientado a ayudar a la gente de una manera o de otra. Desde luego, está claro que sólo una gran persona puede llegar a esta conclusión. Supongo que no imaginaba que llegaría a ser la primera dama de EEUU. No ha dejado de hacer cosas por los demás. No hay más que verla, realizando obras sociales como “Buena Primera Dama”. Apoyan a las familias con parientes en las fuerzas armadas y colabora en pro de la conciliación laboral y familiar de la mujer. Lo último, su proyecto “Let’s move” con el que pretende concienciar a la población infantil y juvenil a moverse y llevar una vida más saludable. Para ello no duda en salir con la gallina Caponata en las cocinas de la Casa Blanca o bailando en televisión de una forma desenfada y divertida. Con toda seguridad, ser madre, al igual que a todas nosotras, le dota de una sensibilidad especial para lograr sus objetivos y ayudar a las familias. Pero lo más importante es que no pierde el norte. Hace nada concedió su segunda entrevista para Vogue en la que dijo: «El estrés y las presiones de lidiar con la vida en la Casa Blanca son tan reales, que preferimos pasar nuestro tiempo libre con nuestras hijas» ¿Qué os parece? Lo tiene claro, su familia es lo primero, y eso hace que la admire aún más.
Así que yo quiero ser como tú, Michelle Obama. Esforzarme en la tarea de ser madre sin dejar de lado a gente a la que podría ayudar. Mi creciente fascinación por la Marca Personal y el Social Media, hacen que quiera cambiar todo lo que me rodea, intentando hacer ver a la gente los beneficios que pueden aportarles las Redes sociales en su vida personal y profesional. Por eso cada vez me embarco en más proyectos, ya sea en cole, en la empresa de mi marido, en casa… y aunque necesitaría que el día tuviese 52 horas para realizarlos todos, tengo claro que paso a paso los iré completando. Y salgan bien o mal, seguro que por lo menos aprenderé algo de todo ello.
Y vosotr@s ¿Admiráis a Michelle Obama?
Mil besos corazones.
Angélica Alvarez (@MamadeFresa)