Aquí en Chile tenemos los calendarios al revés, y estamos iniciando el último trimestre del curso. Pero en España estos días han sido días de inicio de clases, de vuelta a la rutina, de nervios, de madrugones, de nuevos horarios.
Siempre he pensado que, aunque el verano es muy difícil de conciliar, por las pocas vacaciones de los padres (y si os cuento que en Chile son 15 días al año solamente…), la vuelta a clases es de los momentos más tensos del año.
Después de dos meses de días largos, de piscina, mar, montaña, de actividades sin fin, de romper todas las rutinas y las horas establecidas, de trasnochar y no madrugar…hay que volver a esos horarios “establecidos y rígidos” y no siempre es fácil. En mi experiencia, lo más difícil no es el primer día, es la segunda y tercera semana.
Para mi es la época en que mi paciencia anda más al límite. Después de un verano laaaargo, donde tengo que exprimir mi creatividad para que tengamos actividades las horas que no trabajo, después de hacer malabarismos con la conciliación, la creatividad y la paciencia, tengo que bajarles las revoluciones y devolverlas a los madrugones y las rutinas. Aunque en casa de rutinas pocas, la verdad, pero a los madrugones volvemos seguro.
Para que el estrés no nos gane, y la paciencia no se agote, yo tengo algunas técnicas que he probado y que me han servido, aunque no siempre! Como cada niño es un mundo, las he tenido que adaptar a una y otra terremoto.
Para recuperar horarios:
- El finde antes empezar el curso, las levanto temprano. Para una actividad cualquier, aunque sea un paseo matutino al parque. Eso me permite que se acuesten más temprano, y empecemos el cambio de horarios para adaptarnos al horario escolar. No me ha funcionado hacerlo con más anticipación, porque al final durante el día no consigo agotarlas tanto.
- También, las primeras semanas de clase, intento despertarlas 10 minutos antes de lo que tocaría. Así tienen tiempo de remolonear un poquito, y no empezamos corriendo porque llegamos tarde. Además, intento medio vestirlas dormidas, así llevamos una parte ganada y pueden prepararse con más calma. Esto nos alivia estrés a todos.
- Para que la hora de acostarse no se alargue, intento tenerles una actividad que las canse por las tardes, y adelantar un poco las horas de ducha y cena. Pero intento ir poco a poco adaptando la hora de acostarse progresivamente. La más pequeña, en mi caso, se adapta enseguida, madruga un día y al día siguiente a las 8 de la tarde pide acostarse y listo. A la mayor le cuesta más, aunque tenga sueño, así que adelantando las rutinas un poquito cada día, ella sola se va ajustando sin resistirse a irse a acostar.
Para controlar mi desgaste y mi paciencia:
- La vuelta a los horarios no es fácil para mí tampoco, es mucho más ir y venir todo el día y termino más cansada. Por eso intento, camino a casa, hacer alguna actividad que me relaje: escuchar música, mindfulness. Y recordarme que no necesito establecer las rutinas desde el primer día. Que si van algo cansadas al colegio la primera semana, no pasa nada, que estamos recién empezando.
- Me recuerdo a mí misma, cada día, que es normal que todo esté revolucionado los primeros días. Si yo volviera al trabajo tras una semana en el caribe, también me costaría. Y las niñas mezclan los nervios por la vuelta, la emoción por ver a sus amigos, y el cansancio de los madrugones. Tiempo al tiempo me digo…
- Y para las situaciones tensas que se producen en el proceso de vuelta a la rutina, hago concesiones veraniegas los primeros días. Poner una peli entre semana, comerse un helado después de cenar, pintar (y pintarse) con pinturas para después dejar la bañera de colores, ir a casa de alguna amiga, no sé…cosas que a ellas les gusten y que normalmente no me caben en las rutinas estrictas.
¿Cómo te resulta a ti la vuelta al cole y a las rutinas? ¿Algún truco que me quieras compartir?