Festividades navideñas a la distancia… con niños

Festividades navideñas a la distancia… con niños 31 diciembre, 2014
navidad

Tengo muy mala memoria pero tengo unos recuerdos muy claros de las fechas navideñas de cuando era niña. Mesas largas, tan largas como las comidas. Muchas visitas, reuniones de amigos, familias de sangre, familias políticas. Intercambio de regalos y buenos deseos. Brindis, risas, y alguna conversación profunda cuando el vino y el cava hacían su efecto.

Fui creciendo pero siempre quise pasar las Navidades cerca de los niños de la familia o de amigos cercanos, ayudarles con las cartas, llevarlos a las ferias navideñas, a la cabalgata, verles la cara al pasar a buscar su regalo por casa. Es la mejor época del año.

Crecí y hubo miembros de la familia que nos dejaron, personas irremplazables que siempre echaremos de menos por estas fechas, seres queridos que siempre recordaremos estos días. Pero siempre intenté que las fiestas fueran días de alegría, de recordar a quienes no estaban con una sonrisa, de hacer brindis, de montar un gran pesebre, un árbol bien adornado y tener roscón de reyes, aunque esas mesas largas ya no fueran tan largas y no fuéramos tantos como antes.

Y para ello, lo mejor era seguir rodeados de niños. Esos pequeños expertos en contagiar magia y alegría. Cuando me fui a vivir fuera no me imaginaba lo difícil que iba a ser encontrar esa magia desde lejos, en un país donde la Navidad se vive en verano, un país muy lejano de esos niños de los que me rodeaba y que iban creciendo sin poder ser partícipe de esos momentos de magia.

Sin darme cuenta, parecía que la Navidad era solo una fecha más en la que intercambiar regalos y recordar ahora con nostalgia y melancolía las Navidades anteriores. Hasta las tradiciones, tan distintas tan lejos, eran difíciles de mantener.

Pero entonces me convertí en madre. Y aun cuando la primera Navidad que pasamos con la terremoto mayor ella ni se enteraba por ser muy pequeña, me propuse que todas y cada una de las tradiciones se mantuvieran. Había que adornar, sorprender, e ilusionarme con esa carita que empezaba a conocer esta época tan mágica. Comidas típicas, celebrar reyes aunque sea laborable, tomarse las uvas a las 8 de la tarde, gestos que aunque nos parecieran un poco exagerados con ella tan pequeña, son tradiciones familiares que se construyen y que a ella le quedarán grabadas para siempre.

Son días para olvidar las tristezas y disfrutar las alegrías, las risas, las buenas compañías. Ahora son dos pequeñas terremoto en casa, la mayor sabe perfectamente todas y cada una de las tradiciones, las disfruta y atesora, y estas fechas elevan su hiperactividad a niveles insospechados. La pequeña aun no entiende pero disfruta de las sorpresas, de los regalos, de las visitas y se contagia de la euforia de su hermana.

Sus energías, sus caras, sus sonrisas, el brillo de sus ojos, hacen que cada año sea más fácil disfrutar de las Navidades como antaño y guardar esa nostalgia bien guardada en un cajón. Aunque no las pueda llevar donde yo las celebraba, aunque no pueda mostrarles ferias como las de Santa Llúcia o llevarlas a la cabalgata de reyes, la magia la creamos cada año en casa, las pequeñas celebraciones que serán tradiciones las creamos juntos. Además, estoy convencida que algún año podre llevarlas a conocer a los reyes magos de oriente.

Ellas disfrutan mucho de estas fechas, y me enseñan a disfrutarlas con ellas, a olvidarme de todo y sencillamente disfrutar y atesorar esa emoción que las embarga. Además, estamos descubriendo nuevas formas de disfrutarlas! Manualidades juntas, fotos divertidas, adornos hechos en casa, ¡todo eso no lo hacía antes!

Ser madre te enseña muchas cosas en los momentos más insospechados. Echo de menos muchas cosas de aquellas Navidades de mi infancia, pero hay también miles de detalles de nuestras Navidades en familia que ahora ya encuentro imprescindibles. Estoy aprendiendo a no compararlas, sino a disfrutar estas nuevas Navidades al 100%.

¡Felices Fiestas!

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