¡Cómo me gusta esta actividad! No podría definirse mejor mi pasión por este tipo de juego, que tanto entusiasma a nuestros bebés. Y digo bebés porque este juego es altamente recomendado para bebés desde los 6 meses, ya que a nivel neuronal y fisiológico es a partir de esta edad cuando los niños son capaces de mantenerse sentados y comienzan a agarrar objetos con mayor destreza. Esto no quiere decir que los bebes que aún no se sientan no puedan realizar la actividad. A estos les pondremos tumbados boca abajo, y será el adulto quien disponga a su alrededor los objetos del cesto, alternando las distancias para incentivar así su movimiento a nivel motor.
Cómo jugar al cesto de los tesoros
Esta actividad es muy sencilla de llevar a cabo: los objetos y materiales de los que se compone el cesto deben presentarse en una canasta amplia y de fácil acceso para los niños; esto quiere decir que la canasta debe ser ancha y no muy alta (12-15 cm). Los materiales de los que se compone el cesto son objetos comunes, nunca juguetes. ¿Nunca os ha pasado que, tras comprar el juguete más atractivo de la tienda, vuestro niño o niña se pone a jugar con el envoltorio o con la caja? Pues sí, a nuestros niños les encantan los objetos de la vida cotidiana, cosas que todos tenemos en casa o que en su defecto son fáciles de encontrar y muy baratas.
Estos son algunos de los objetos de los que puede estar compuesto el cesto de los tesoros. Como recomendación, os sugiero que no pongáis todos a la vez, sino que cada 15-20 días, los renovéis, así la actividad no resultará monótona y aburrida:
- Objetos de la naturaleza (piñas, conchas, castañas).
- Objetos hechos de materiales naturales (bolas de lana, paja).
- Objetos de madera (cucharas de cocina, pinzas de la ropa…).
- Objetos metálicos (cucharas de diversos tamaños, campanas, tapaderas, embudos, castañuelas, cadenas, moldes de flanes…).
- Artículos de caucho y lona (pelotas de goma o de tela, muñecos de trapo, telas de diferentes texturas, carteras, estropajos, monederos…).
- Objetos de papel y cartón (cajas de cartón, rollos de papel higiénico o de cocina…).
El cesto de los tesoros abre a nuestros bebés un mundo de experiencias y sensaciones a través de la manipulación de los objetos, estimulando sus cinco sentidos: tocándolos y chupándolos descubren su textura, su peso, su olor o su sonido. Nuestros bebés pasaran largos ratos observando y manipulando objetos, lo que repercutirá directamente en su capacidad de concentración, así como en su motricidad gruesa y su coordinación óculo-manual, cogiendo y soltando objetos, pasándolos de una mano a la otra, o quitándoselo al de al lado.
El papel del adulto durante el desarrollo de esta actividad es meramente el de espectador pasivo. Nuestra presencia dará seguridad y confianza a los niños para manipular libremente los objetos y que su juego sea espontáneo. Cuando los niños juegan, los adultos intentamos ayudarles para que cojan el objeto, o lo agarren de la manera o el lado correcto. En esta actividad “prohibido ayudar”, ayudémosles a favorecer su autonomía, siendo ellos los protagonistas de su propio aprendizaje.