El sueño tiene mucha importancia para el desarrollo del niño, los niños que no duermen lo suficiente pueden presentar problemas de comportamiento e irritabilidad. La práctica de unos buenos hábitos de dormir desde una edad temprana es esencial. Por una parte le permite al niño conocer un patrón constante que no va a poder manipular a su antojo, y por otra lo prepara para dormir de una manera tranquila y relajada.
Antes de acostarse es aconsejable:
- Darle la cena
- Bañarlo y ponerle o ayudarle a que se ponga el pijama
- Ir a la habitación. La temperatura adecuada para conciliar el sueño es de 18 º-22º, además debe ser una zona de la casa ventilada. Aunque los bebés tengan mucha facilidad para aislarse del ruido, conviene acostumbrarlos a una rutina de dormir en silencio y a oscuras.
- Acostar a tu peque
- Darle un beso y las buenas noches
- Salir de la habitación
Será mucho más fácil si tienes una hora fija todas las noches para irse a la cama. Sobre las 20:30 o 21:00 es una buena hora para acostumbrar al niño a que se duerma, ya que en ese rato empiezan a funcionar varios mecanismos hormonales que aumentan el sueño.
Es necesario que estimules a tu peque a dormirse por sí mismo. Un niño que se duerme por si solo podrá volverse a dormir con más facilidad si se despierta en medio de la noche. Y es que es normal que se despierte algunas veces. Si se consigue dormir de nuevo, tendrás mucho ganado. Además, no es recomendable que acudas a la habitación cuando tu peque reclama tu presencia, si lo haces, te llamará cada vez que pueda. Aunque siempre hay excepciones si tu peque está enfermo o se siente mal.
En cuanto a la alimentación en las horas previas a acostarse, es recomendable la leche o cualquiera de sus derivados ya que ayudan a conciliar el sueño.
Como siempre, recomendamos, en caso de cualquier duda, la consulta a su psicólogo de confianza.
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