Si a tu alrededor hay algún niño de unos 11 años, seguro que tiene o ha pedido ya un dispositivo móvil. Cada vez es más normal ver a los niños de esa edad con teléfonos inteligentes –smartphones– como algo normal en su vida, como un elemento protagonista de buena parte de su tiempo. Como siempre insisto, es obligación de los padres educar y controlar a sus hijos para que este tipo de dispositivos sea algo positivo y no algo que le traiga problemas.
La asociación Protégeles -dedicada a la protección del menor- publicó el pasado mes de enero un estudio sobre “Los menores y su conectividad móvil -tablets y martphones- en España” de la que podemos sacar interesantes conclusiones que nos tienen que hacer reflexionar a padres y educadores sobre nuestros niños y adolescentes y el uso que les dan a las nuevas tecnologías. En el estudio se afirma que un 30% de los niños de 10 años ya disponen de un teléfono móvil, cifra que aumenta hasta casi un 70% a los 12 años, y a un 83% a los 14 años.
Pero no es a estas edades cuando acceden por primera vez a un terminal móvil, ya con dos o tres años tienen acceso al de sus padres. Y esto no es malo, pues el familiarizarse tan pronto con esta tecnología hace que lo hagan de una forma natural y compartiendo la experiencia con adultos, quienes tienen que aprovechar para hacer labores educativas.
El informe también nos muestra la nueva brecha digital. Ahora ya no es algo generacional, pues los padres también tienen sus propios dispositivos móviles y saben manejarlos. Ahora la brecha se abre entre los que usan Internet sólo como consumidores de contenidos y los que son “productores digitales”. Hay que conseguir que cada vez más sean de este segundo tipo y así poder aprovechar las posibilidades de la web 2.0.
Si conseguimos a este tipo de usuarios, los niños pueden ser educados en la “actividad”, “creatividad” y “generación” de contenidos, ideas y movimientos. La educación tradicional será un fracaso si sólo utilizan las tecnologías para reproducir las mismas formas y contenidos en formato digital.
En el estudio también se sacan datos muy interesantes del uso que actualmente hacen los más jóvenes de sus dispositivos móviles. El principal uso que le dan actualmente es con la aplicación de mensajería WhatsApp. No tenerla significa no enterarse de lo que ocurre en los grupos de amigos, compañeros… es como estar fuera de ese grupo físicamente. En cambio, no lo utilizan casi para hacer llamadas ni para acceder a su correo electrónico -cosas más habituales en los adultos-. Sí acceden con ellos a las redes sociales, escuchan música, navegan por Internet y juegan.
El 92,5% se descargan aplicaciones, de los que el 90% sólo las adquieren si son gratuitas. Sus criterios para escogerlas son: 59% si se la recomiendan amigos, 33% si tiene comentarios positivos de otros usuarios, y el 36% por título y temática. Destaca también que 1 de cada 3 reconoce haberse instalado apps que acceden a su información personal, pero también el 71% afirma sentirse preocupado por el uso que las aplicaciones pueden hacer de su información personal. En este punto es importante que los padres se impliquen y les brinden información a sus hijos sobre privacidad en la red pues, aunque los jóvenes sepan más que los adultos de su uso, desconocen los temas relacionados con seguridad, protección de datos… y ahí es donde los padres tienen que retomar su papel de referentes.
Por último llama la atención que el 27% de los jóvenes encuestados reconoce no apagar nunca el móvil y el 60% de los que lo llevan al colegio nunca lo apagan en clase, convirtiéndose en otro punto donde los padres tienen que “ponerse las pilas” pues a esas edades hay que garantizar su descanso y horas de sueño y enseñarles a desconectar.
No quiero alargarme más pero el informe da muchas más claves sobre nuestros menores, así que si alguien le interesa puede consultar completo en la web del Día de la Internet Segura.