Nos obligan a estudiar millones de cosas que a veces no sirven para nada, en cambio nadie nos enseña cosas sobre la maternidad y la paternidad; el trabajo más difícil del mundo está al alcance de cualquiera sin tener que saber nada más para ello.
Damos por hecho que lo que nos cuentan es lo bueno, y si sale en la tele mucho más. Con las rabietas pasa algo parecido, siempre se ha considerado que un enfado o una rabieta de un niño tiene lugar más que nada para fastidiar a los adultos, y desde luego sólo hay un modo de actuar posible: no hacer ni caso.
Hay muchas cosas que nos deberíamos cuestionar en vez de limitarnos a ignorar a los niños o mandarlos al rincón de pensar sin profundizar ni investigar más allá, muchas preguntas que nos tendríamos que hacer, como por ejemplo:
- ¿Por qué nadie nos ha contado que muchas veces las rabietas se producen de forma involuntaria y que los niños no saben como actuar ante ellas?
- ¿Por qué nadie nos ha contado que su cerebro no está preparado para asimilar ciertas emociones?
- ¿Por qué nadie nos ha contado que tenemos que ayudarles en vez de dejarlos solos sin consuelo?
- ¿Por qué nadie nos ha contado que los niños no pueden aprender solos como actuar si no estamos a su lado para enseñarles el camino?
Como madre también grito a veces, también me enfado, también pierdo la paciencia, es imposible ser perfectos, todos cometemos errores, y desde luego que todos queremos lo mejor para nuestros hijos.
Los padres que deciden actuar “como nos han contado” porque quieren hacerlo así están en su pleno derecho, cada uno educa a sus hijos como quiere y como buenamente puede, y os aseguro que no soy nadie para dar consejos en este aspecto pues como decía antes, educar a un hijo es el “trabajo” más difícil del mundo (también el más bonito, todo hay que decirlo); pero creo que es conveniente conocer todas las opciones posibles y así decidir que es lo que nos parece mejor, porque no siempre lo que nos cuentan, o lo que vemos en la tele es lo correcto.
Imaginad que habéis tenido un día horrible en el trabajo, estáis cansados, enfadados, frustrados, necesitáis llegar a casa y hablar con vuestra pareja, que os mime y os abrace, que os ayude a hacer más llevadero ese día horrible. Llegáis a casa y en vez de escucharos os deja solos en el salón, os cierra la puerta y os dice que no os quiere escuchar, que cuando estáis contentos vayáis con él, que mientras tanto no quiere saber nada… ¿cómo os sentiríais?
Porque esto, muchas veces, es lo que nosotros hacemos a nuestros hijos…
He realizado varios talleres y charlas sobre el tema, así que si estáis interesados en profundizar más en el tema no dudéis en enviarme un correo a viviendoconpeques@gmail.com y os atenderé encantada.