Sí, tenía claro desde el principio, las bondades de la música en el desarrollo intelectual y cognitivo de los bebés (de hecho, empezaba casi el blog, hace ya unos años… con una entrada sobre este tema).
Lo tenía clarísimo y la aceptación que tuvo por parte de mis hijos me lo confirmó.
Obviamente nosotros también les pusimos a Mozart por aquello de despertar sus neuronas como se supone que hace la música de este compositor. Eran bebés que tenían música a su alrededor, distintos tipos, distintos ritmos. Si había que dormir pues mejor música tranquila y si la cosa era estar despiertos y entretenidos, pues ritmos más movidos.
Lo que teníamos claro también es que no íbamos a aguantar mucho tiempo con la música “especialmente diseñadas para peques”, es que no nos parecía muy sensato, al menos para nuestros peques. La cuestión es que si hay que jugar se juega pero ¿de verdad es necesario que siempre y exclusivamente se escuche ese tipo de música una y otra vez? ¿en serio lo pensáis?
Precisamente así surgió en el blog el #ViernesCanción, no sé si los conocéis. Empezamos con la buena costumbre de escuchar música con los peques, pero no sólo su música sino también la nuestra (como os decía antes) y de ahí fueron surgiendo las primeras entradas de los viernes. Después fui sumando la música que me ha gustado a mí, antes de ser madre y después de serlo, la que escucho con mis hijos, la que bailamos juntos en casa, la que nos acompaña en los viajes, la que nos trae recuerdos, la que escuchamos cuando vemos una película juntos, la que me piden para que añada al próximo viaje. La música poco a poco se abre paso en nuestras rutinas y nos ayuda a pintarnos una sonrisa, nos da energía, nos hace pensar, saltar y disfrutar juntos y para mí eso ya sería más que suficiente ¿no os parece?