Ala, ya lo he dicho. Sí, sí, no me miren así que lo digo muy en serio.
Alomejor los suyos sí, alomejor sus hijos pasan horas y horas jugando con divertidos y sofisticados juguetes de intrincados mecanismos que emiten originales melodías… pero en lo que a mi experiencia se refiere, esto no es el modus operandi habitual, no al menos en niños menores de 2 años.
Me he recorrido pasillos de jugueterías, páginas y páginas de internet, he investigado sobre el desarrollo motor de cada etapa… todo para intentar encontrar el juguete ideal que tuviera a mi hijo entretenido, aunque fuera, al menos, un ratito… pero NADA.
Señores y señoras:
a) El juguete ideal NO existe
b) Todos los juguetes parecen mucho más divertidos en la publicidad que en la realidad.
Y esto se traduce en una enorme decepción… porque tú llegas a casa pensando que el coche que has comprado es una maravilla de la ingeniería juguetera, que da vueltas de campana y saltos mortales mientras suena el cocherito leré, que recorrerá los pasillos con espectaculares giros y derrapes, que transportará a tu hijo a un mundo de diversión… y abres el paquete y te encuentras un coche de un apagado color verde metalizado, descubres que te vas a dejar en pilas el sueldo del mes, que sí que recorre los pasillos, pero lo hace a una velocidad moderada (no vaya a saltar el radar del pasillo y multa que te crió) y que en lugar del cochecito leré, suena una melodía de dos notas y media, estridente a más no poder, que se repite una y otra y otra y otra vez…
O que el juego de construcción con el que se podía montar un parque de atracciones en el salón… resultan ser simple y llanamente piezas de colores.
¿Y qué me dicen de esa muñeca que será la mejor amiga de tu hijo? Que jugarán largas horas a tomar el té, a los pases de modelos, a las comiditas, a los médicos… ¡No se lo crean! ¡Es mentira! Sólo es un trozo de plástico con aspecto de niña buena que terminará olvidada en un rincón en cuanto te descuides…
Así que estas navidades, no te preocupes demasiado en comprar sofisticados juguetes caros, pues una de las cosas que me ha enseñado la maternidad, es que los juguetes se convierten en perfectos, cuando papá y mamá juegan también.