Estimados lectores,
Han sido muchas las familias que me han preguntado por las rutinas relacionadas con el sueño y, en especial, con la siesta de los más pequeños. Pues bien, he desempolvado un antiguo artículo sobre este mismo tema que espero que sea de vuestro interés. Es bueno señalar, que aunque va dirigido hacia el público más pequeño, yo de modo personal y jocosamente de modo impositivo, lo instauraría en España tanto para los más pequeños como para los que ya no somos tan pequeños.
La siesta en bebés – niños de 0 a 3 años
La siesta es una de las rutinas de los bebés de 0 a 3 años tanto en casa como en la escuela. El sueño es un requisito muy importante para tener buena salud y, para que los niños pequeños duerman lo suficiente, suele ser necesario que duerman un rato durante el día. Con el acelerado desarrollo físico y mental que experimentan los niños durante la primera infancia, las siestas proporcionan al cuerpo y a la mente el tiempo de descanso que necesitan para crecer y reponer fuerzas.
El periodo evolutivo en el que se encuentran estos pequeños (preoperatorio o prelógico) les hace necesitar un descanso frente a un largo periodo de actividad, porque aún no están preparados para pasar tanto tiempo en activo (12 horas seguidas durante el día).
Las siestas también impiden que los niños lleguen a estados de agotamiento, algo que no solo repercute negativamente sobre su estado de ánimo sino que les dificulta para conciliar el sueño por la noche. Muchos estudios coinciden en que los niños de esta edad suelen necesitar entre 10 y 12 horas de sueño, incluyendo una siesta de entre una y dos horas por la tarde, por tanto se puede afirmar que la siesta es necesaria hasta los tres años.
Si el pequeño no disfruta de este reconfortante reposo de sobremesa es más que probable que por la tarde se ponga irritable, y puede que se quede dormido en cualquier sitio a las seis o las siete de la tarde. Si esto ocurre, luego será más difícil que pueda conciliar el sueño por la noche. Se produce así un efecto de carambola que puede acabar alterando todo su horario.
Cada niño al igual que ocurre con los adultos, necesitan un determinado tiempo, quizás unos más que otros, y si no están dormidos en la siesta, al menos permanecen tranquilos descansando.
Si en algún momento tienen alteraciones por la noche, y les cuesta dormir, puede deberse a que no se están siguiendo bien las pautas y los hábitos a la hora de ir a la cama. Se necesita establecer una rutina, porque los niños son seres profundamente rítmicos, es decir, rutinarios. No tan frágiles como para no poder soportar algún cambio de horario, pero si se produce, ha de mantenerse más o menos constante. Ejemplo claros de pautas que dificultan el sueño son: estar realizando actividades que le excitan mucho justo antes de ir a dormir, hacer cenas o comidas copiosas, no seguir siempre el mismo horario ni la misma rutina antes de ir a la cama (baño, cena, cuento…) , tener mucha estimulación y juegos que le desconcentre… entre otras muchas. Por eso y por muchas otras razones es esencial y necesaria la siesta en estas edades.
Atentamente,
Mª Isabel Sánchez Rufo.