Es curioso como se siente ellos cuando les besas el golpe: instantáneamente o al poco tiempo el dolor causado por el golpe (o el susto) desaparece milagrosamente. Qué si, que ya sabemos que realmente nuestros besos nos curan, pero si alivian y confortan la sensación de malestar.
Por supuesto, si es necesario, luego ya aplicaremos el roll-on de árnica (que la mayoría llevamos en el bolso), porque realmente ese es el remedio más efectivo ante los moratones causados por esa caídas infantiles.
«Sana sana, culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana». Os suena ¿a qué sí? Es que nuestras madres (o padres o abuelos) ya predicaban con los besos sanadores cuando nos caíamos en el parque. ¿Por qué, será ley de vida que nos caigamos en la infancia y luego un milagroso beso nos cure el espanto y/o el golpe, verdad? Supongo, y claro ahí estarán nuestros labios para besar tantos golpes como sea necesario para que nuestros hijos sigan sintiendo alivio inmediato.
Y por supuesto, sólo nos queda tener paciencia, que luego los papeles ya se invertirán y serán ellos los que curen sin pensar.