Cuando nos convertimos en padres uno de los consejos que sin duda más escuchamos de parte de otros padres es que aprovechemos el momento, que disfrutemos, porque los niños crecen muy deprisa. Y aunque sin duda cuando uno echa la vista atrás le puede parecer que es así, desde un punto de vista científico los niños crecen lentamente, sobre todo si los comparamos con otras criaturas que conviven con nosotros en la tierra. Ahora un estudio trata de explicarnos el porqué.
Una infancia muy larga
Se ha presentado una investigación llevado a cabo por un grupo de antropólogos de la Universidad Northwestern (Evaston, en el estado de Illinois, Estados Unidos), que trata de explicar el motivo por el cual la infancia humana dura tanto tiempo y los niños crecen con tanta lentitud en comparación con el reino animal. Y la clave podría ser el consumo que realiza su cerebro de glucosa, que es el doble del que usa un adulto. De esta manera el niño en lugar de crecer al ritmo de otros mamíferos, lo hace mucho más lentamente ya que la gran cantidad de recursos que el cuerpo invierte en el crecimiento cerebral hace que el físico se ralentice. En este estudio se ha medido la absorción de glucosa y el tamaño del cerebro en los primeros años, con datos sorprendentes.
¿Ya no crece tanto?
Por ejemplo, a los 4 años el crecimiento del niño parece detenerse e incluso se percibe que tiene menos actividad física, y es debido a que el cerebro utiliza un 66% de los recursos que usa todo el cuerpo en reposo, lo que supone más de un 40% de toda la energía de la que dispone el propio cuerpo. Y este dato viene a contradecir lo que hasta ahora se creía: que el momento de mayor gasto de energía por parte del cerebro se producía en el nacimiento, ya que entonces era cuando, proporcionalmente al resto del cuerpo, este órgano tenía un mayor tamaño. Pero ya a los 5 años el cerebro del niño ha realizado las sinapsis, conexiones entre neuronas, necesarias para continuar con su aprendizaje y vuelve a retomar a un buen ritmo el crecimiento corporal. Y comentan los autores del estudio que es a partir de esa edad cuando ya nos cuesta averiguar cuántos años tiene el niño solo viéndolo, necesitamos hablar con él.
Sea como sea, disfrutemos el momento.