Estimular al bebé desde los primeros meses de vida favorece un desarrollo óptimo en todas las áreas: motora, lingüística, cognitiva, social, emocional… Recibir estímulos desde muy temprana edad permite además construir la base en la que se forjará su personalidad, autoestima, confianza…
La estimulación temprana pretende potenciar este desarrollo, pero nunca forzarlo. El objetivo no es acelerar este proceso forzando al bebé a lograr metas para las que aún no está preparado, lo que se pretende es reconocer y fomentar su potencial. A través de la estimulación temprana damos la oportunidad al niño de crecer de manera armónica y maximizamos sus posibilidades creando un espacio de constante desafío a través del juego.
¿En qué se basa la estimulación temprana?
La plasticidad neuronal del cerebro humano durante sus primeros años de vida permite “almacenar” numerosos nuevos aprendizajes que serán la base de los futuros. Cada paso del proceso de formación de la estructura cerebral es indispensable para el
siguiente.
La estimulación temprana se basa en aprovechar esta capacidad de adaptación que tiene el cerebro humano durante la infancia para potenciar de manera integral todas las habilidades del bebé: motora, lingüística, cognitiva, social, emocional…
¿Cómo ponerla en práctica?
El juego es una de las herramientas más eficaces para estimular las distintas áreas del desarrollo. A través de juegos específicos vamos a acompañar al bebé en sus aprendizajes.
La estimulación, para que resulte efectiva, debe ser justa y precisa, siempre debemos respetar los tiempos de aprendizaje y los estados de cada niño y no forzarles a realizar una actividad si no están dispuestos a ello. Es importante reforzar y celebrar aquello que se ha conseguido aprender, e intentar repetir todos los aprendizajes nuevos para así ir creando y afianzando las redes neuronales de esos aprendizajes.
A medida que el niño crece los momentos de interacción con sus padres y con los objetos (juguetes) aumenta y será más fácil elegir las actividades con que estimularle y atraer su atención.
Objetivos de la estimulación temprana
- Favorecer un desarrollo óptimo de todas las áreas: motora, lingüística, cognitiva, social, emocional…
- Fomentar la seguridad en si mismo y la autonomía.
- Facilitar la interacción con otros niños.
- Fomentar la creatividad.
- Potenciar la autoestima del bebé.
- Fomentar la motivación hacia los aprendizajes nuevos.
- Detectar y prevenir posibles dificultades de aprendizaje en el futuro.
Miriam Lara y Elvira López-Mántaras.
Psicólogas Infantiles y Expertas en Atención Temprana.