Desde mi experiencia

Desde mi experiencia 31 julio, 2013

infancia-africaTuve mis decepciones iniciales pero me resistí a creer que todas las organizaciones eran iguales. Me pareció injusto juzgarlas por el mismo rasero. La nueva oportunidad no tardó en presentarse. Un proyecto pequeño, modesto, haciendo cosas pequeñas pero obteniendo grandes logros. Así encontré a mi “familia etíope”, que me acogió con los brazos abiertos y de la que ahora no hay forma de despegarme.

Historias que despiertan fascinación e impulsos de querer hacer lo mismo aunque la falta de empuje o tiempo se conviertan al final en un impedimento. Mi evidente emoción al hablar de África parece rezumar exotismo y aventuras, pero nada más lejos de la realidad. Ésta es a menudo cruda, el día a día transcurre entre dificultades incomprensibles para nosotros y solo la recompensa de un trabajo que reconforta y te hace sentir útil encubre la parte que la mayoría de las veces se omite. Si no se está mentalizado a la carencia de agua, apagones constantes y ausencia de comodidades varias, mi recomendación es desistir.

¿Cuántas veces habré escuchado, “yo no podría resistirlo”? Se puede porque la capacidad de aguante del ser humano es insospechada y porque, en mi caso, observar semejante injusticia me hace más fuerte, más consciente de lo que tengo y me impide abandonar algunos valores que acá hemos empezado a perder de manera generalizada. Las huellas del hambre, la miseria, la falta de futuro y perspectiva en la vida incomprensiblemente me sirven para abrir todavía más los ojos aquí, apreciar lo poco que tengo y convertirlo en mucho, muchísimo. Aquel escenario me alerta del exceso en el que nos movemos en este lado del planeta y de las falsas necesidades que hemos inventado para… todavía no he logrado descifrar para qué. Lo único que veo aquí es que teniendo más vivimos menos, en continua angustia, inconformismo y desazón. Por eso, asomarme a otras infancias ha sido y es un soplo de aire fresco, por contradictorio que pueda parecer. Agradezco infinitamente a quienes me han acompañado porque, sin duda, han cambiado mi vida.

Animo a probar una experiencia de este tipo. No deja indiferente a nadie. Estoy convencida. Sirve para ayudar y ayudarnos. Eso sí, permitidme un consejo: evitad la sobrecarga de equipaje. Feliz verano.

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