Planes con niños: ¡Todos al museo!

Planes con niños: ¡Todos al museo! 13 mayo, 2013
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museo-con-niñosEs fantástico bailar con los Cantajuegos (nosotros ya tenemos las entradas para su próxima actuación en Madrid) o llegar a casa con arena en los calcetines por haber estado jugando con nuestros pequeñajos en el parque. Sin duda, el objetivo más importante de nuestras vidas es que nuestros hijos sean felices, pero eso no significa que haya que abandonar todos los hábitos adultos que teníamos antes de que llegaran. Ir con tu pequeño al museo y admirar el trazo hiperrealista de Richard Estes en el Thyssen o los paisajes oníricos de Dalí en el Reina Sofía también es posible. Cuando apenas tienen meses es muy sencillo. Ellos van en su carrito, felices con el movimiento y no necesitan más. Según crecen se vuelve un poco más complicado pero con unos trucos muy tontos podemos pasar un día fantástico en familia y en el museo.

Lo primero es buscar las horas más adecuadas para ir, esas en las que sabemos que nuestro hijo está menos cansado, y, si se puede, comprar las entradas por Internet para evitar las colas. Una vez allí, conviértele en el protagonista y recuérdale en todo momento lo mayor que es y lo bien que os lo vais a pasar. También os recomiendo alquilar dos audioguías, una para vosotras y otra para el renacuajo. Está comprobado que cualquier aparato con botones y que haga ruido les encanta. La primera vez que Hugo estuvo en el Thyssen, su peluche de Elmo volvió a casa sabiendo más de impresionismo que el propio Monet.

Y como una cosa es que podamos ir con nuestros peques y otra que tengamos que hacer una tesis sobre la exposición, lo más recomendable es recorrer las salas a buen ritmo y cuando quieras disfrutar más tiempo de algún cuadro, hacerle partícipe. Acércate con él a mirarlo, jugar a buscar juntos similitudes que respondan a cosas que él conozca y déjale expresarse. Hugo casi no habla, pero sabe señalar qué parte del cuadro le gusta más o cuál le recuerda a los dibujos que le hace su tío Javi.

La última parte de la visita termina en casa. Coge el folleto de la exposición, estrena una hoja de su cuaderno, saca todas los lápices y a pintar. ¡Qué mejor manera de recordar lo que habéis visto juntos que copiando uno de los cuadros de la exposición! Aunque solo sean unos garabatos de colores, terminaréis la jornada con una actividad que le gusta y que además está directamente relacionada con la exposición. De este modo, la próxima vez que vayáis a un museo sabrá que luego toca dibujo.

Además lo bueno de llevar a los niños desde edades tan tempranas a los museos es que se habitúan al ambiente que allí se respira. Entienden que hay que hablar más bajo, que no hay que correr… No hay nada como la costumbre… Nosotros cuando salimos de un museo solemos terminar en el parque, y, ahí sí, correr, saltar y gritar está permitido. Porque por suerte hay tiempo para todo… ¿Qué os ha parecido? ¿Os animáis?

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