Antiguamente una de las bases de la educación de los niños era el miedo. El pequeño obedecía por temor a las consecuencias que tendría su acción y no por el respeto que sentía por sus padres o por la conciencia de que era beneficioso para él. Afortunadamente este método ha ido desapareciendo con el paso de los años, pero si todavía hay quien piensa que es una buena manera, os contamos si es positivo.
La poca efectividad del castigo o las amenazas
Un estudio realizado por la Universidad Mc Gill de Montreal, en Canadá nos dice que las amenazas no hacen que nuestros hijos nos mientan menos. Para llegar a esta conclusión han realizado un experimento con 372 niños de 4 a 8 años. Dejaron solo a cada pequeño durante un minuto con un juguete detrás de ellos en una mesa, pero les dijeron que no mirasen lo que había. Fueron grabados con cámara oculta. Al regresar los investigadores preguntaban a cada niño si habían mirado cuando ellos no estaban. 251 niños, el 67% de los participantes miraron el juguete. Cuanto mayores eran los niños, miraban algo menos. Al preguntarles a los pequeños si habían mirado, 161, el 67,5% de los pequeños, mintieron. Y los mayores fueron aquellos que más lo hicieron y que más trataban de mantener el engaño.
Pero para los autores del estudio lo más llamativo es que los niños dijeron menos la verdad si tenía miedo de ser castigados. Y en cuanto a los que decían la verdad, entre los más pequeños vieron que lo hacían por complacer a los adultos, mientras que los mayores los hacían porque tenían un sentido de lo que es correcto interiorizado.
Lo que esta bien y lo que está mal
Para los autores del estudio, el castigo no es la manera de que nuestros hijos digan la verdad, de hecho suele tener el efecto contrario. La mejor manera de que digan la verdad es que tengan un sentido del bien y del mal adquirido, junto con el deseo de agradar a los demás. Y apuntan a que esto es algo que deben tener en cuenta tanto los padres como los profesores para que consigan estimular de la manera adecuada a los niños para que sean sinceros.