07.10 H. suena el despertador -mejor dicho, el móvil-. (Aquel aparato que lanzábamos para que callara, ya no existe en nuestras vidas). Lo apago
07.15 h. vuelve a sonar. Miro el móvil, incrédula. Busco las zapatillas y algo para ponerme por encima… duermo todo el año en tirantes…
07.16 el primer pis del día…
07.17 pongo Juan Sebastián Bach (el único momento del día en el que puedo elegir música, y no por mucho tiempo). Me gustar pensar que algo les quedará de cultura musical a mis hijos cuando crezcan…
07.18 h. comienza la guerra!!!
Mientras se hace la cafetera, friego los restos de la cena anterior y preparo los zumos. Saco una secadora, pongo una lavadora, doy los uniformes a mis hijos. Me bebo el zumo, termino de fregar, pongo los almuerzos, busco el calcetín del niño, escribo una nota al profesor para que le den de comer dieta al otro niño. Me ducho, me pongo crema de las manos en la cara (abrevio así), llamo de nuevo a los niños (ya va la quinta) para que se laven los dientes. Pongo brillo en los labios…
08.15 h. Hora punta: No encuentro la chaqueta (un hijo), llego tarde (el mayor), una patata en la media, no encuentro otras. Salgo con patata…
08.20 h. Salimos de casa. Bien!
Así comienzan mis días (por no alargarlo con el resto de la jornada). Y el de muchas mujeres. Inexplicablemente (puede parecerlo), soy feliz. Algo, un segundo, una mirada, una sonrisa de mis hijos, de mi pareja. Incluso Bach… Madre, esposa y empresaria que cree, desde lo más profundo de su alma, que la conciliación no existe.